La monja que rompió el protocolo para despedir al Papa

  • Así fue el momento en que una monja se detuvo ante el féretro del Papa Francisco

En medio del solemne silencio de la Basílica de San Pedro, una escena conmovió a todos los presentes. Mientras los fieles desfilaban en orden para despedirse del papa Francisco, una figura se detuvo, desafiando el protocolo.

Era una monja. Pequeña, frágil, con el rostro marcado por el paso del tiempo y las emociones. Se quedó allí, inmóvil, al borde del féretro, dejando que las lágrimas le corrieran libremente por las mejillas.

Esa mujer era Geneviève Jeanningros, una religiosa de 81 años que dedicó su vida al servicio de los más olvidados: pobres, prostitutas y personas trans en situación de calle. Durante 56 años, como parte de las Hermanas de Jesús, caminó por los márgenes de la sociedad con un solo propósito: acompañar y dignificar.

Geneviève no solo rompió el protocolo; rompió también el silencio con su presencia. No dijo palabra, pero su gesto habló por todos. Ella no era solo una más entre la multitud. Era una amiga del papa, una compañera de causas, una voz firme en la periferia.

Su despedida fue más que un adiós. Fue un acto de amor, de agradecimiento y de resistencia silenciosa.

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