Los campesinos de Cotuí y Maimón, en la provincia de Sánchez Ramírez, se encuentran luchando por un pago justo por las tierras que han cultivado por generaciones. Estos terrenos, que albergan sus viviendas y cultivos de cacao, limón, naranja y otras frutas, son necesarios para la construcción de una nueva presa de colas de la minera Barrick Pueblo Viejo. A pesar de la riqueza minera de la zona, las comunidades han quedado rezagadas, con promesas de desarrollo que no se han cumplido.
El conflicto se intensifica por la oferta de pago que la multinacional canadiense ha propuesto a los campesinos. Según denuncian los afectados, las compensaciones son insuficientes y no reflejan el valor real de las propiedades, ni el impacto que tendría su desalojo. Isidro Coronado, uno de los afectados, relata cómo fue herido por un perdigón de goma en un enfrentamiento con militares, mientras intentaba impedir el acceso de la Barrick y su personal a la comunidad de Arroyo Vuelta. Coronado, de 45 años, vive con su esposa y dos hijos pequeños en una casa rodeada de cultivos que su familia ha trabajado por años.
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“Lo que pedimos es que Barrick, el gobierno y Juana Barceló (presidenta de Barrick) se pongan en precio y reconozcan que esta es nuestra tierra, donde nacimos y crecimos. No es justo que nos saquen sin una compensación adecuada”, expresó Coronado, mientras descansaba su pie herido. La preocupación de Coronado y sus vecinos se centra en cómo podrán sobrevivir con los pagos que la minera ofrece, que consideran irrisorios en comparación con el valor real de sus propiedades y cultivos.
Roberto Severino, de 60 años, quien también es productor de cacao, expresó su indignación por la situación: “La Barrick lo que quiere es jugar con nosotros”. Severino, junto con otros campesinos, enfrenta el riesgo de perder su sustento con el desalojo y la oferta de pago por sus tierras, que no cubre los costos de lo que poseen.
La situación afecta a decenas de familias que dependen de sus cultivos para sobrevivir, como es el caso de Otilio Vásquez, de 67 años, quien tiene un cacaotal de dos tareas. Para estos campesinos, el valor que les ofrecen por cada planta de cacao o fruta es mucho menor al de la producción real. Mientras que por cada mata de cacao recibirían RD$2,190, el valor de una cosecha puede superar los RD$5,000 por cubeta, lo que agrava aún más su situación.
La construcción de la nueva presa de colas también ha generado preocupaciones ambientales. Expertos y activistas señalan que el depósito de relaves mineros propuesto es tres veces más grande que el existente, lo que podría tener consecuencias desastrosas para el ecosistema local, los recursos hídricos y las comunidades cercanas.
A pesar de las protestas y los reclamos de los campesinos, Barrick Pueblo Viejo ha recibido la aprobación de la licencia ambiental para la construcción de la presa por parte del Ministerio de Medio Ambiente, según lo establecido en la Ley 64-00. Sin embargo, la falta de acuerdo entre la empresa, el gobierno y las comunidades sigue siendo un punto crítico.
En las últimas semanas, las tensiones se han intensificado con manifestaciones, bloqueos de carreteras y enfrentamientos entre campesinos y fuerzas de seguridad, lo que ha dejado a varios heridos. Actualmente, se realizan conversaciones entre las partes, pero el conflicto continúa, mientras los campesinos de Cotuí y Maimón esperan una solución que garantice una compensación justa por las tierras que han sido su hogar y fuente de sustento durante generaciones.
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