La creciente deportación de haitianos en situación irregular desde Estados Unidos ha generado un desplazamiento de las bandas criminales que operan en Haití. Como consecuencia, el territorio dominicano podría convertirse en su próximo objetivo.
Consciente de esta amenaza, el presidente Luis Abinader ha ordenado un refuerzo en la seguridad fronteriza, especialmente en las provincias de Pedernales, Jimaní, Elías Piña y Dajabón, áreas clave por su proximidad con Haití.
A pesar de las críticas de la oposición, que ha cuestionado la decisión del gobierno de tratar a estas pandillas como grupos terroristas, la administración dominicana mantiene su postura firme: proteger la soberanía y garantizar la seguridad nacional.
El posible incremento de actividades delictivas en la frontera supone un desafío no solo para el Gobierno, sino también para las instituciones encargadas de la seguridad del Estado. En este contexto, las fuerzas militares y policiales deben mantenerse alerta para evitar infiltraciones y salvaguardar la estabilidad del país.
Mientras el eco de los conflictos en Haití resuena en la frontera, los soldados dominicanos permanecen en vigilancia constante, preparados para responder ante cualquier intento de incursión en el territorio nacional.









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