La piedra se agota y provoca el cierre de talleres artesanales y pérdidas millonarias
SANTO DOMINGO. – Los gremios artesanales de la República Dominicana alertaron sobre la exportación masiva del Larimar en su estado natural, una práctica que, según afirman, amenaza la supervivencia de esta piedra semipreciosa única en el mundo y está causando graves perjuicios económicos al sector artesanal nacional.
El Clúster de Joyeros Artesanos, junto a ProArtesaníaRD, la Federación Dominicana y la Asociación Nacional de Artesanos, denunciaron que las autoridades presentan como “un logro” la exportación, en los últimos meses, de más de 230 mil libras de Larimar en bruto hacia China e India, a un costo aproximado de RD$4,000 por libra, lo que califican como “un crimen contra el patrimonio natural y cultural del país”.
Recordaron que la República Dominicana es el único país del mundo donde se encuentra el Larimar, piedra que debería representar una ventaja competitiva y una fuente sostenible de desarrollo local. Sin embargo, su escasez en el mercado interno ha convertido la obtención del material en una odisea para los artesanos y joyeros dominicanos.
Los gremios advierten que esta situación ha generado el cierre de cientos de talleres y tiendas, así como pérdidas millonarias en el sector, que antes aportaba más de 380 millones de dólares anuales a la economía nacional. “Estamos perdiendo una riqueza que pertenece al pueblo dominicano”, expresaron en un comunicado.
El Larimar, conocido como “la turquesa dominicana”, se extrae exclusivamente en las minas de Barahona, y ha sido declarado por la UNESCO como “Patrimonio Cultural del Mundo”. Además, mediante la Ley 296-11, promulgada el 5 de octubre de 2011, fue reconocida oficialmente como la Piedra Nacional de la República Dominicana.
Símbolo de identidad y principal emblema de la joyería artesanal dominicana, el Larimar es uno de los artículos más vendidos en el mercado turístico nacional e internacional, especialmente entre visitantes de Estados Unidos, Canadá, Puerto Rico, Europa y Brasil. Su valor no solo radica en su belleza, sino también en su rareza y carácter finito, lo que hace urgente su protección y regulación responsable.
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